ENTREVISTA:
JULIÁN VÉLEZ
FOTOGRAFÍA:
CORDON PRESS & RONDO
ILUSTRACIÓN:
JARORIRO!
E
s impresionante ver la tranquilidad, la humildad y la simpatía que transmite en persona Júlio César Baptista (São Paulo, Brasil; 1981). Le pasan a uno por la mente tantas imágenes suyas jugando con tantas camisetas y marcando tantos goles que cuesta verlo sentado y fuera del campo. Comenzamos en el salón de su casa hablando de lo bien que está físicamente, parece aún más fuerte que hace algunos años. Habla de sus orígenes y resalta la figura de su abuelo con el respeto y la admiración de quien sabe que la pasión, la sabiduría y el compromiso por el fútbol es un legado que también le pertenece. El fútbol le nació como algo natural, una forma de vida que no se impone: «Cuando era niño solo me gustaba jugar al balón, era lo único que me importaba. Estaba todo el día en la calle jugando, desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde. Mi madre tenía que venir a recogerme para comer». Por encima de todo, subraya la importancia de la familia. Si a un niño le gusta mucho el fútbol y sueña con dedicarse a ello, tienen que ayudarlo e incentivarlo, «porque dentro del proceso para tornarse un jugador profesional hay muchas dificultades, y eso a veces es lo que hace que un niño o un adolescente que no tiene mucho apoyo acabe desistiendo».
En la conversación surge un nombre sagrado, Raí, su gran referente como jugador: «Siempre he sido aficionado del São Paulo y entonces Raí era la gran referencia para todo el mundo. Ha sido parte de mi infancia. Siempre lo he tenido como mi ídolo. Hacía cosas increíbles». Ambos llegarían a compartir vestuario en el 2000, el último año en activo de Raí. Júlio se había formado en las inferiores del São Paulo FC, en medio de una hornada de futbolistas fantásticos. «Ya cuando estuve en el juvenil júnior se mezcló mucha gente: Simplício, Gabriel, Kaká… se veía que aquella era una generación muy buena», recuerda con orgullo. Los diferenciaban por el año de nacimiento. Los nacidos en 1980 se juntaban con los de 1981. Al año siguiente, los de su generación eran los mayores, así que los más jóvenes venían apretando desde atrás. Aquella mezcla hacía que fuera muy complicado ganarse un puesto. Júlio siempre había sido delantero, pero debido a su físico excepcional algunos técnicos apostaron por retrasar su posición. Como mediocentro adquirió mucho conocimiento táctico: entendió mejor el proceso del juego, cómo posicionarse y ubicarse ante jugadores más rápidos y aprendió a perder pocos balones. El cambio permitió que progresara hasta llegar a convertirse en el corazón del equipo.
«Al principio, siempre estaba en el banquillo, pero al cambiarme al mediocentro paso a ser titular indiscutible»
JULIÁN VÉLEZ: Debutas como profesional con 19 años. En tu segunda temporada marcas 10 goles jugando como mediocentro. El gol es algo que siempre te ha acompañado.
JÚLIO BAPTISTA: Cuando era niño jugaba como delantero, pero en el segundo año de infantil y en el primero de juvenil había mucha competencia. Pita, un gran jugador y entrenador del São Paulo, me dijo: «Mira, Júlio, aquí en la delantera no vas a poder jugar mucho porque tenemos muchos jugadores y la verdad es que a mí me encantaría aprovecharte porque físicamente eres el mejor del equipo. Pero en esa posición no te voy a poder aprovechar porque tengo mucho talento y muchos jugadores. Entonces, te digo como consejo, si tú lo aceptas, que deberías cambiarte de posición». Yo me quedé sorprendido por el cambio y él me dijo: «Es para que juegues en el mediocentro, no como primero, sino como el segundo, un mixto que recupere y luego salga con el balón». Fue una oportunidad. Tenía que elegir entre buscar otro equipo o aceptar lo que me estaba diciendo. Lo hablé con mi familia y, al final, me cambié de posición. Al principio, siempre estaba en el banquillo, pero al cambiarme al mediocentro paso a ser titular indiscutible. Ahí es donde empieza mi evolución.
«Al principio, siempre estaba en el banquillo, pero al cambiarme al mediocentro paso a ser titular indiscutible»
ECLOSIÓN Y ADIESTRAMIENTO
A pesar de su juventud, Júlio Baptista despunta en Brasil no solo por su juego como mediocentro, sino también por la cantidad de goles que marca. Sus 10 tantos en el campeonato de 2001 no pasan desapercibidos para Emerson Leão, seleccionador de Brasil, quien decide convocarlo por primera vez con la selección absoluta para la disputa de la Copa FIFA Confederaciones de 2001. Aquella sería la primera de 48 internacionalidades. Vestir la camiseta verdeamarela es un sueño para cualquier jugador brasileño, pero también lleva implícita la responsabilidad de llevar el peso de su historia. «Cuando desde pequeño sales de tu país para competir con tu selección, ya estás siendo preparado para estar en la principal», y él había tenido la oportunidad de pasar por muchas de las categorías inferiores de la Canarinha. Por tanto, «no fue igual que cuando de un día para otro, de repente, te miras y estás con la camiseta de Brasil. Hay personas que se ponen la camiseta y no consiguen jugar porque sienten mucho el peso. Están agarrotados de tanta adrenalina y por la presión que uno mismo se pone y no consiguen hacer su fútbol».
El año 2003 marcó un antes y un después en la vida de Júlio: «El São Paulo atravesaba un momento de turbulencias y teníamos muchos entrenadores. Y yo, como jugador, quería progresar y no me dejaban. Esa dinámica me empezó a perjudicar mucho». En este contexto aparece en escena Ramón Vázquez, ojeador del Sevilla FC, que aprieta para que el jugador vista la camiseta del conjunto hispalense. Entonces su agente le traslada la oferta y lo convence de que es la mejor opción para desarrollar su fútbol. «Lo pensé dos días y acepté. No conocía prácticamente nada porque el Sevilla no era tan conocido como lo es hoy. En su momento prácticamente nadie conocía la liga española, solo los partidos del Real Madrid, el Barcelona y el Atlético», explica. Hablamos de una época en la que el fútbol español se va abriendo de par en par para los brasileños. Si ya estaban Catanha, Denílson, Edú, Fábio Aurélio, Juliano Belletti, Marcos Assunção, Mauro Silva, Roberto Carlos, Ronaldo, Sávio, Sylvinho o Thiago Motta, junto a Júlio aterrizan Anderson Silva, Nené, Ronaldinho, Ricardo Oliveira o Sonny Anderson. De hecho, en su adaptación tanto al club sevillano como a la ciudad fue muy importante su compatriota Daniel Alves, que había llegado a Nervión como un completo desconocido solo seis meses antes. La conexión entre ambos fue instantánea desde el primer minuto: «Nos hicimos muy amigos entre nosotros y nos empezamos a ayudar, él me ayudó mucho cuando llegué al Sevilla». Comenzaba la aventura de Baptista en España.
En Sevilla, Júlio establece un vínculo con un personaje que le daría un enorme impulso a su carrera deportiva: Joaquín Caparrós. «Era una persona que me llamaba mucho la atención en los entrenamientos. No sé si porque yo era muy joven, pero un jugador se equivocaba en el pase y siempre gritaba mi nombre: “¡Júliooo!”», gestualiza mientras abre los brazos entre aspavientos, con el fin de imitar a uno de los entrenadores más intensos que ha dado el fútbol español. «En mi último año en São Paulo casi no jugaba como mediocentro, ya me ponían más adelantado», aunque no tenía la continuidad necesaria para poder desarrollar al máximo su juego, ya que jugaba un par de partidos y luego se iba al banquillo, dos o tres partidos y luego cambiaban al entrenador, y así había sido hasta que salió del club de Morumbi en dirección hacia España. Durante la pretemporada con el Sevilla, el técnico utrerano no tardaría en darse cuenta de su gran facilidad para la finalización y le dijo: «Júlio, te veo entrenar y creo que tu posición no es la de mediocentro, sino mediapunta, cinco metros por detrás del delantero. Como nosotros jugamos con 4-4-2, tú vas a jugar entre líneas y será un 4-4-1-1».
En un amistoso en el que los sevillistas iban perdiendo, Joaquín Caparrós decidió sacar a Júlio del banquillo para situarlo en zona de enganche, es decir, una demarcación más adelantada respecto a la que estaba acostumbrado a desempeñar en los últimos tiempos; «Entonces marco un gol de falta y luego hago otro gol. Ganamos 2-1. A partir de ahí, ya no salgo más del equipo titular. Si el jugador siente la confianza del entrenador, empieza a dar más y a probar cosas». Actuando por detrás del delantero —una posición que normalmente ocupaban o bien el canterano Antoñito o bien otro de los nuevos fichajes como era el uruguayo Darío Silva—, Baptista empieza a disfrutar de esa libertad que siempre había estado buscando, dándole rienda suelta a su juego y alcanzando de ese modo el máximo potencial futbolístico. Y así le llegaría la hora de estrenarse en la liga española: «Jugamos en casa con el Atlético de Madrid, que era un equipo fortísimo, y ganamos 1-0 con gol mío. Ahí ya prácticamente me fijé en la posición. Para mí fue un momento muy importante».
«Si el jugador siente la confianza del entrenador, empieza a dar más y a probar cosas»
«Si el jugador siente la confianza del entrenador, empieza a dar más y a probar cosas»
En un amistoso en el que los sevillistas iban perdiendo, Joaquín Caparrós decidió sacar a Júlio del banquillo para situarlo en zona de enganche, es decir, una demarcación más adelantada respecto a la que estaba acostumbrado a desempeñar en los últimos tiempos; «Entonces marco un gol de falta y luego hago otro gol. Ganamos 2-1. A partir de ahí, ya no salgo más del equipo titular. Si el jugador siente la confianza del entrenador, empieza a dar más y a probar cosas». Actuando por detrás del delantero —una posición que normalmente ocupaban o bien el canterano Antoñito o bien otro de los nuevos fichajes como era el uruguayo Darío Silva—, Baptista empieza a disfrutar de esa libertad que siempre había estado buscando, dándole rienda suelta a su juego y alcanzando de ese modo el máximo potencial futbolístico. Y así le llegaría la hora de estrenarse en la liga española: «Jugamos en casa con el Atlético de Madrid, que era un equipo fortísimo, y ganamos 1-0 con gol mío. Ahí ya prácticamente me fijé en la posición. Para mí fue un momento muy importante».
«Era un Sevilla en construcción cuando yo llegué, no dejaba de ser un equipo que peleaba en mitad de tabla», con un bloque aguerrido conformado por jugadores como Antonio Notario, Pablo Alfaro, Javi Navarro, David Castedo, Javi Casquero, Gerardo Torrado, José Antonio Reyes o Antoñito. Era hora de dar un paso hacia adelante y el verano de 2003 fue un punto de inflexión para la entidad. El director deportivo, Monchi, apuesta por darle un salto de calidad a la plantilla y ficha a Esteban, Aitor Ocio, José Luis Martí, Antonio López, Carlitos, Germán Hornos, Darío Silva y Júlio Baptista, que acapara las miras de media liga y se convierte en una de las grandes sorpresas de todo el campeonato. La Bestia, que es el alias con el que se da a conocer en Sevilla, comienza a despedazar a las defensas españolas con una exhibición de fuerza, potencia y hambre competitiva. El cambio de demarcación unido a sus ganas de destacar y su capacidad técnica desembocan en los 25 goles que consigue en su primera campaña en Europa. En la retina del aficionado sevillista quedarán para siempre actuaciones formidables como su póker de anotación ante el Racing de Santander (5-2). El bagaje goleador de Júlio Baptista sería más que determinante para que los andaluces se pudieran clasificar para disputar las competiciones europeas casi diez años después.
J.V.: En la temporada 2003/04, marcas 20 goles en liga y acabas como segundo máximo anotador detrás de Ronaldo. Aunque era tu primer año en Europa, te quedaste muy cerca de conseguir el Trofeo Pichichi.
J.B.: ¡Fue una lástima! Me lesioné mucho esa temporada. Tuve tres roturas de fibras porque jugaba prácticamente todo. Caparrós me quitaba muy poco. Normal, con 21 años tienes que jugar todos los partidos que te pongan y más. Lo que pasa es que ya estaba siendo convocado con la selección y los viajes largos eran lo que más cansaba. Yo llegaba un jueves por la noche para entrenar el viernes y jugar el sábado. Entonces, eran muchos partidos. Fue una pena porque las lesiones me quitaron la posibilidad de ser el pichichi de la competición. Creo que podría haberlo sido si no fuese por eso. Aunque bueno, también era Ronaldo y con el equipo que tenía aquel Real Madrid, con Zidane, Figo… [risas]. Un equipazo. Pero bueno, me quedé ahí,
a cuatro golitos de Ronnie.
J.V.: En la temporada 2003/04, marcas 20 goles en liga y acabas como segundo máximo anotador detrás de Ronaldo. Aunque era tu primer año en Europa, te quedaste muy cerca de conseguir el Trofeo Pichichi.
J.B.: ¡Fue una lástima! Me lesioné mucho esa temporada. Tuve tres roturas de fibras porque jugaba prácticamente todo. Caparrós me quitaba muy poco. Normal, con 21 años tienes que jugar todos los partidos que te pongan y más. Lo que pasa es que ya estaba siendo convocado con la selección y los viajes largos eran lo que más cansaba. Yo llegaba un jueves por la noche para entrenar el viernes y jugar el sábado. Entonces, eran muchos partidos. Fue una pena porque las lesiones me quitaron la posibilidad de ser el pichichi de la competición. Creo que podría haberlo sido si no fuese por eso. Aunque bueno, también era Ronaldo y con el equipo que tenía aquel Real Madrid, con Zidane, Figo… [risas]. Un equipazo. Pero bueno, me quedé ahí, a cuatro golitos de Ronnie.
Miguelez Sports
En su segundo año en España, Júlio Baptista mantiene las mismas cifras ofensivas, marcando nuevamente 25 goles entre todas las competiciones. Una vez más, su papel resultaría vital para que el Sevilla pudiera repetir clasificación europea en la sexta posición. El rendimiento ascendente del atacante paulista augura un verano con mucho movimiento para él. En primer lugar, se alza con la Copa FIFA Confederaciones 2005 con la selección de Brasil. Seguidamente, despierta muchísimo interés en algunos de los mejores clubes de Europa. Al final será el Real Madrid CF, el equipo con el que había soñado durante tantos años, el que llame a su puerta y abone los 25 millones de euros que marca su cláusula de rescisión. De esta manera, Júlio se une a un equipo que entrena Vanderlei Luxemburgo y vive el ocaso de la «era galáctica». Aquella era la última temporada en el plantel blanco de Zinédine Zidane y la penúltima de David Beckham, Ronaldo y Roberto Carlos. Los brasileños serían fundamentales para la adaptación de Baptista, al igual que otros recién llegados como Robinho y Cicinho.
Los inicios de Baptista en el Real Madrid fueron complicados: «Estaba Luxemburgo, que me conocía, pero yo venía de dar lo máximo con el Sevilla jugando en la media punta. Cuando llegué me pusieron más a la izquierda y la gente estaba esperando lo que ya había hecho, que eran los goles». En esta nueva posición no brilla tanto por su acierto de cara a la portería. Además, sería un año difícil para todos porque «en poco tiempo cambian a Luxemburgo y a los tres meses viene López Caro». Aun así, logra buenos números, especialmente en la segunda mitad del curso, con varios tantos que se traducen en puntos ante Atlético de Madrid (2-1), Osasuna (0-1), Getafe (1-1) o Villarreal (3-3). Al final, termina con 9 goles y 4 asistencias en 45 partidos y el Real Madrid finaliza segundo en la liga. Por otra parte, Júlio disfruta muchísimo con los entrenamientos de aquel año y con el inmenso talento de futbolistas únicos como David Beckham o Ronaldo. Aunque, entre todos ellos, quien más le impresionó fue Zinédine Zidane. El centrocampista francoargelino tenía un estilo muy personal, «una forma de jugar que le daba mucha ventaja, y más con la facilidad que tiene al jugar con las dos piernas». Realizaba movimientos con una precisión al alcance de muy pocos, como los controles de balón orientados en la dirección contraria al rival. «Hay jugadores que son muy buenos, pero hay otros que tienen algo diferente, son especiales, hacen cosas que los otros nunca van a imaginarse. Era increíble», expresa con fascinación.
J.V.: Has compartido equipo con jugadores increíbles como Ronaldo, Ronaldinho, Zidane… ¿Cómo eran en los entrenamientos? ¿Te sorprendían o ya te imaginabas lo buenos que eran?
J.B.: Para mí, Zidane era el jugador que dejaba más detalles. Ronaldo también dejaba muchos y Ronaldinho era espectacular, pura magia. Pero Zidane es el primer jugador en el fútbol español que hace cosas de genio. Y teníamos que parar los entrenamientos por goles que había hecho… Con López Caro hicimos un entrenamiento a puerta cerrada. Era una jugada de córner para el otro equipo. El balón vuelve, Beckham sale para marcar, lo roba y se lo entrega a Zidane en el medio. Entonces, cuando el balón viene Zidane tiene dos opciones: girarse para atrás y dejarlo de cara o dejarlo pasar. Él se gira, deja pasar el balón entre dos defensores sin tocarlo, solo con el movimiento del cuerpo, y con un control orientado ya lo deja a cuatro metros de él. Había otro central, pero Iker estaba muy adelantado. Cuando llega, en el segundo toque, consigue tirar a portería. Iker ya empieza a correr para atrás, pero se cae con el balón dentro de la portería. Nos fuimos todo el mundo y se acabó el entrenamiento. Impresionante.
«Hay jugadores que son muy buenos, pero hay otros que son especiales, hacen cosas que los demás nunca van a imaginarse»
J.V.: En los entrenamientos es donde se suelen ver las mejores jugadas.
J.B.: Otra igual. David tenía un marcador a tres metros y consigue poner el balón por encima para Zidane. Yo lo doblaba por detrás. Cuando el balón viene Zidane podría bajarlo con el pecho o controlar y pasármelo. No, él deja el balón pasar y, cuando está cayendo, abre las piernas y me lo pasa de tacón, orientándomelo para mí y con ventaja. El césped estaba mojado, era muy difícil… Esas cosas son de jugadores que para mí son genios. Hay jugadores que son muy buenos, pero hay otros que tienen algo diferente, son especiales, hacen cosas que los otros nunca van a imaginarse.
«Hay jugadores que son muy buenos, pero hay otros que son especiales, hacen cosas que los demás nunca van a imaginarse»
En el año 2005, el Arsenal FC había insistido en fichar a Júlio Baptista, pero el Real Madrid ya tenía muy adelantada su contratación. Al año siguiente, Arsène Wenger solicita la cesión del futbolista. «Estoy muy contento de tenerte, ya sabes que te quería traer. Espero que puedas ayudarnos mucho y tienes no solo un entrenador, sino una persona para hablar y ayudarte en lo que sea», le comenta el técnico francés justo cuando lo recibe. Un día, Wenger lo llama antes de entrenar y se sienta con él: «Habla conmigo en español y me pregunta dónde creo que puedo rendir mejor dependiendo del esquema. Yo le digo en qué posiciones me gusta jugar y él piensa lo mismo. Ver que un entrenador tan importante, que tiene el respeto de todos, te dé esa confianza fue muy importante para mí». En cuanto a lo que es el fútbol inglés, Júlio destaca sobre todo el alto grado de intensidad en las acciones del juego, «tanto para defender como para atacar. Recuerdo entrenamientos de tres contra dos y teníamos que terminar la acción en menos de siete segundos. Eso te fuerza a hacer todo a una velocidad muy alta. Te acostumbras a no pensar tanto y ser más práctico».
La etapa de Baptista en el Arsenal se saldaría con 10 goles y 4 asistencias en 35 partidos. Si hay algo que marca su paso por Inglaterra, es la noche del 9 de enero de 2007. El Arsenal se enfrentaba al Liverpool en los cuartos de final de la Carling Cup. El brasileño terminó anotando cuatro goles en un encuentro histórico (3-6). Incluso podrían haber sido cinco de no haber fallado un penalti que lo habría situado en solitario en la cúspide de las estadísticas del club gunner. «Fue un partido superespecial, increíble —cuenta emocionado—. Después del partido, Henry, que no había jugado, me llamó y me dio la enhorabuena por lo que había hecho». La experiencia inglesa fue muy gratificante. El fervor de los aficionados es lo que más le llamó la atención, pues apenas ha vivido algo similar en otros lugares: «Los estadios están llenos siempre. Ganes o pierdas, la afición siempre respeta y apoya al jugador todo el partido. Hay un córner y es como si fuera un gol, un jugador entra más fuerte y el estadio vibra». Pese a que el fútbol está atravesando un fuerte proceso de cambio a nivel global, considera que Inglaterra está adaptándose bien. Cada vez hay más clubes que se están adecuando a otro tipo de estilo, «si no, no conseguirían competir con los equipos españoles, que tienen mucho control del balón y el juego».
El año 2007 es bastante emotivo para Júlio. La selección de Brasil había caído eliminada en los cuartos de final de la Copa del Mundo y tenía una buena oportunidad de relanzarse con la Copa América de Venezuela 2007. La Verdeamarela ya había ganado el certamen de Perú 2004 con Baptista en la convocatoria, aunque sin mucha participación. Sin embargo, en Venezuela hay aún más elementos que motivan a la plantilla. Sin Ronaldinho y Kaká, demasiado exhaustos debido a las competiciones europeas, los galones recaen sobre todo en Elano, Robinho y el propio Baptista: «Fue la primera vez que tuve la oportunidad de demostrar mi trabajo y decir que también había otros grandes jugadores en la selección brasileña». Aquel torneo sería muy especial para él, ya que marca en los cuartos de final ante Chile (1-6) y en las semifinales ante Uruguay (2-2; 4-5). La final sería contra Argentina. En solo cuatro minutos de partido, Júlio adelanta en el marcador a los suyos, que acaban ganando el duelo con holgura (3-0). Brasil suma así su octavo título en la historia de la competición, el cuarto en las últimas cinco ediciones.
«Tuve la oportunidad de demostrar que también había otros grandes jugadores en la selección brasileña»
J.V.: ¿Qué sentiste al ganar un título con tu selección siendo tan protagonista como en la Copa América de 2007?
J.B.: Para mí significó mucho más todavía porque no iba a ir a la Copa América. Había terminado la competición en Inglaterra y estaba en Brasil de vacaciones. Entonces, estoy un día almorzando con unos amigos y me llama un directivo de la CBF (Confederación Brasileña de Fútbol). Me dice: «Júlio, ¿dónde estás? Zé Roberto ha renunciado a la selección y queremos convocarte». Ellos necesitaban un documento importante y yo no lo tenía conmigo, estaba en Europa, y me dice: «Vale, lo hacemos así: vas a recoger el documento a Europa, vuelves y te presentamos como el sustituto de Zé Roberto». Me fui y en un día recogí mis cosas, me volví… bueno, un follón que no veas [risas]. Luego me dieron dos días para descansar en São Paulo antes de convocarme, porque la selección ya estaba entrenando. Cuando llegué no iba a ser titular, porque por delante tenía a Diego y Anderson. Yo era la tercera opción. En el primer partido jugó Diego y perdimos contra México. El segundo era contra Chile; Anderson disputó toda la primera parte, yo entré en la segunda y jugamos un poco mejor. Entonces, en el tercer partido Dunga me puso como titular, ganamos y ya no me quitó hasta la final. Para mí fue muy especial.
El segundo capítulo de Júlio Baptista en el Real Madrid se inicia en el verano de 2007. Aquella temporada, Bernd Schuster dirige a un equipo un tanto extraño. Wesley Sneijder nunca terminaría de ser indiscutible, Arjen Robben, que parte como una de las estrellas madridistas, estaría demasiado condicionado por sus constantes lesiones, y Júlio tampoco conseguiría asentarse del todo en las alineaciones del técnico alemán. «No podríamos decir quién era titular y quién era reserva. Sneijder jugaba dos partidos y se iba al banquillo, yo igual. Schuster rotaba mucho, pero dentro de las rotaciones hay que tener una estabilidad para que los jugadores puedan rendir al máximo», pues es la única forma de crear automatismos para así incrementar el rendimiento de muchos jugadores, a través de la dinámica que implica la titularidad. Si en general sería un año muy positivo para la entidad, que se adjudica el título de liga con solvencia, para él no resulta tan bueno como se podría pensar; disputa una treintena de partidos en los que logra 4 goles y 2 asistencias, unos números muy bajos para lo que acostumbraba. «También tienes muchas ganas de ser el mejor. Entonces, a partir del momento en que el entrenador te corta no llegas a coger confianza», razona el brasileño. Eso sí, hizo uno de los goles más memorables de su carrera: un disparo tremendo a la escuadra de Víctor Valdés que significó la victoria en el Camp Nou (0-1), dándole al Madrid la distancia necesaria para encarrilar la liga. En su opinión, debería haber seguido más tiempo en el conjunto blanco, aunque reconoce que no estuvo bien asesorado y que las circunstancias que lo rodeaban tampoco eran las ideales: «No había tenido la continuidad para demostrar realmente lo que hice en el Sevilla. En el Real Madrid también era más difícil por tener muchos más jugadores, pero creo que podría haber demostrado un poco más».
Júlio Baptista concluye su estancia en el Real Madrid el 14 de agosto de 2008. Entonces emprende un viaje hacia Italia para unirse a la AS Roma. El técnico Luciano Spalletti confía plenamente en él, mostrándole mucho aprecio y respeto. Al principio, sería complicado porque la liga italiana es totalmente diferente a la española: «Yo la comparo un poco con la liga brasileña, pero con más táctica. Los jugadores son tácticamente muy, muy, muy obedientes. Saben lo que tienen que hacer y si el entrenador les dice que se queden ahí, el jugador está todo el partido sin subir una sola vez. En Brasil eso no pasa, ya habría subido treinta veces». El paulista tendría un papel importante en el equipo de la Loba. Nada más aterrizar en Roma, se estrenó en la Supercopa de Italia contra el Inter de Milán, «pero, infelizmente, Totti falló un penalti, lo mandó al palo, después falló Juan, marcaron y ganaron ellos» (2-2; 6-5). Individualmente, realiza una buena campaña anotando 11 goles y dando 4 asistencias. En cuanto a lo colectivo, los giallorossi solo podrían ser sextos en Serie A y caen en octavos de final de Liga de Campeones, ante el Arsenal y en la tanda de penales (1-1; 7-6). Uno de sus mejores momentos ocurrió en la duodécima jornada liguera con la disputa del derbi de Roma ante la Lazio. Aquel partido se resolvería gracias a un cabezazo inapelable de la Bestia (1-0). Y es que Júlio tiene su propia historia en los duelos de máxima rivalidad. Ha marcado ante Palmeiras, Atlético de Madrid, Tottenham Hotspur, Fulham, Barcelona, Lazio… logrando, además, muchos goles decisivos.
J.V.: No sé si conoces este dato: has marcado en derbis en Brasil y en Inglaterra, en clásicos contra el Barça, en Italia contra la Lazio… ¿No tienes la espina de no haber marcado contra el Betis?
J.B.: Pues sí. El problema es que en el primer año ya marco muchos goles, pero cuando íbamos a jugar con el Betis la ciudad lo sentía mucho y me quedaba nervioso. No era nervioso de decir: joder, tengo que jugar bien. Era un partido en el que me marcaban mucho. Como sabían que tenía mucha facilidad para marcar, los jugadores estaban más pendientes de mí y siempre tenía dos encima. Hay muchos partidos en los que juegas mal, no tocas un balón y, de repente, te cruza uno y metes gol. Pero en ese ya podía jugar bien o mal que nunca sobraba un balón para rematar. Si ves los partidos, tuve una o dos oportunidades. Y la verdad es que me da cosa porque luego con los otros equipos en que jugué, tanto en el Madrid como en el Málaga, sí le marqué goles, pero con el Sevilla no.
En la temporada 2009/10, Júlio Baptista disfruta de menos protagonismo en Italia. El cambio en el banquillo de Luciano Spalletti por Claudio Ranieri no ayuda mucho y pierde su sitio en el once titular. Ya eliminada en los dieciseisavos de final de Liga Europa, la Roma solamente pierde un partido en la Serie A en más de seis meses. Dicha derrota, en su casa y frente a la Sampdoria (1-2), la privaría del scudetto conquistado por el Inter de Milán, que completa el triplete con la Liga de Campeones y la Coppa Italia, donde se impone a la misma Roma en la final (1-0). Una vez que ha finalizado el curso, Júlio integra la expedición de Brasil para la disputa de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. Su participación en el torneo resulta bastante agridulce, ya que únicamente dispone de algunos minutos ante Portugal (0-0) y la Canarinha no pasaría de los cuartos de final. Cuando regresa a Roma y empieza de nuevo la competición de clubes, su presencia en las alineaciones de los capitalinos se ve demasiado mermada. Por consiguiente, en el invierno opta por explorar otros caminos y acaba regresando a España, la liga en la que siempre había rendido mejor.
El fichaje de Baptista por el Málaga CF no puede entenderse sin la figura de Manuel Pellegrini: «Me llama y me dice que quiere contar conmigo. Teníamos un equipo muy limitado cuando llegué». El director deportivo Antonio Fernández lo conoce de su etapa en Sevilla; con la promesa de construir un equipo importante convence al futbolista, que también ve en ello «una buena oportunidad para volver a España». Aquel Málaga lucha por no descender, así que acude al mercado invernal para reforzarse con jugadores con proyección como Ignacio Camacho y Sergio Asenjo y otros más experimentados como Martín Demichelis, Enzo Maresca y Willy Caballero, que sustituye a Asenjo tras su grave lesión de rodilla. «El fútbol es una dinámica», asegura Júlio. En apenas dos meses entrenando con el técnico chileno, los blanquiazules practican un juego más ofensivo y atractivo, creando muchas más ocasiones que sus rivales. Por desgracia, el atacante brasileño se lesiona y está varias semanas fuera de los terrenos de juego. En su reaparición en el mes de abril, vuelve tan motivado que marca un doblete frente al Mallorca (3-0). En total, anota 9 goles en 11 partidos, viendo puerta en cinco jornadas consecutivas y ayudando al Málaga a firmar un gran final de liga: «En la segunda vuelta fuimos el equipo que más puntuó después de Barça y Madrid. Si hubieran faltado tres jornadas más, nos habríamos clasificado para Europa».
En el verano de 2011, el jeque Abdullah Bin Nasser Al Thani, propietario del Málaga, realiza una fuerte inversión con el objetivo de armar un grupo muy competitivo, incorporando a Diego Buonanotte, Santi Cazorla, Isco Alarcón, Joaquín Sánchez, Joris Mathijsen, Nacho Monreal, Sergio Sánchez, Jérémy Toulalan y Ruud van Nistelrooy. La mala suerte vuelve a cernirse sobre Júlio. El 1 de octubre, precisamente el día de su cumpleaños, marca un gol de chilena antológico para vencer al Getafe en el tiempo de descuento (3-2). Al instante, siente unas molestias que revelan una lesión complicada en su pie derecho, obligándolo a pasar por el quirófano. En marzo, cuando parece que por fin se acerca su retorno a la competición, le detectan una rotura en la unión miotendinosa en el sóleo derecho y se marcha a Brasil para acelerar su rehabilitación. Por si fuera poco, en junio se confirma una nueva lesión que afecta a su tendón de Aquiles. En total, permanecerá en el dique seco más de un año. Mientras tanto, el conjunto malagueño completa un año histórico al finalizar cuarto en liga, clasificándose por primera vez para la Liga de Campeones.
«Las lesiones fueron una seguida de la otra, y tienes que ser fuerte mentalmente, porque si no, no acabas volviendo»
J.V.: En Málaga sufres varias lesiones graves, una casi seguida de la otra. Quizá es un momento en el que creces no solo como jugador, sino como persona. ¿Cómo se puede sobrellevar una situación así?
J.B.: Es duro porque te lesionas, ves a los demás jugando y tú no puedes. Es una impotencia. Como decía Caparrós: «Es una fuerza mayor». Quieres, pero no puedes. Hay cosas que uno tiene que aceptar. Infelizmente me lesioné, le tenía que dar la vuelta y trabajar para mejorar y estar bien. Fue muy difícil la lesión y me vino seguida de la otra, pero bueno, como todo en la vida, es algo que también se pasa.
«Las lesiones fueron una seguida de la otra, y tienes que ser fuerte mentalmente, porque si no, no acabas volviendo»
Para poder adaptarse a los estándares financieros y cumplir con la sanción que les había impuesto la UEFA, el Málaga se vería obligado a reestructurar una buena parte de su plantilla. Salen Santi Cazorla, Enzo Maresca, Joris Mathijsen, Salomón Rondón y Ruud van Nistelrooy; en su lugar, entran Manuel Iturra, Oguchi Onyewu, Roque Santa Cruz y Javier Saviola. La temporada 2012/13 será muy recordada en el club de la Costa del Sol. Si en la liga no es tan regular como en el año anterior y acaba sexto, en la Liga de Campeones su actuación es casi sobresaliente. Invicto y líder de un grupo donde superaría al Milan, el Zenit de San Petersburgo y el Anderlecht, en octavos de final se cruza con el Oporto, coincidiendo con el regreso de Júlio Baptista. En el primer partido ganan los portugueses (1-0); la vuelta en La Rosaleda presencia la remontada local tras los tantos de Isco y Santa Cruz (2-0).
En los cuartos de final de la Liga de Campeones, al Málaga le espera un contundente Borussia de Dortmund en plena forma y dirigido por Jürgen Klopp. La ida en Andalucía termina en tablas (0-0). Todo se definiría en Alemania. Joaquín anota antes de la media hora y Robert Lewandowski, la gran revelación del torneo, igualaría poco después. Eliseu vuelve a adelantar a los españoles en la recta final para acercarlos a las semifinales. Pero el fútbol siempre guarda sorpresas. Ya en el alargue, Marco Reus marcaría el empate y Felipe Santana lograría el gol del triunfo en el último suspiro, destrozando el sueño malaguista (3-2). «Júlio Baptista siempre ha defendido en sus dos temporadas y media los intereses del Málaga CF, y durante las recientes negociaciones ha respetado y deseado en todo momento lo mejor para nuestro club», destaca Vicente Casado, director general del Málaga, tras la rescisión del contrato del mediapunta brasileño. En el mes de junio, «el Málaga estaba en una situación financiera muy complicada y no tenía otra que vender a muchos jugadores. Yo fui el último jugador en salir», señala el propio Júlio.
El próximo destino de Júlio Baptista resultaría algo inesperado. El 24 de julio de 2013, el Cruzeiro EC contacta con él para sumarse a un equipo que pretende aspirar a todo: «Creo que el fútbol brasileño ha mejorado mucho y que hoy en día tiene entrenadores y jugadores más preparados». La escuadra celeste había contratado a un técnico ya experimentado como Marcelo Oliveira y cuenta con un plantel con una buena nómina de futbolistas de bastante nivel, como son Fábio, Ceará, Dedé, Egídio, Mauricio Victorino, Éverton Ribeiro, Henrique, Lucas Silva, Ricardo Goulart, Tinga, Humberlito Borges, Dagoberto, Luan… El impacto provocado por el fichaje de la Bestia es inmediato, con goles que siempre derivan en victorias a favor de los suyos. En una liga tan igualada como la brasileña, Cruzeiro se convierte en uno de los campeones más precoces de la era moderna, aventajando al segundo clasificado hasta en 11 puntos. En el año 2014, ya con Baptista desde el inicio, los de Belo Horizonte repiten la hazaña con un bloque muy similar al de la temporada anterior. Júlio vuelve a sus registros habituales anotando 11 goles.
«Creo que el fútbol brasileño ha mejorado mucho y que hoy en día tiene entrenadores y jugadores más preparados»
J.V.: ¿Cómo fue tu vuelta al fútbol de Brasil?
J.B.: Yo no quería volver ni entraba en mis planes. Siempre creí que el fútbol de Europa se adaptaba más a mí que el de Brasil. Al final, me fui y empecé una nueva aventura. El hecho de no querer volver a Brasil era porque me había criado en el São Paulo. Entonces, sería regresar para ir a una ciudad que no es la mía y un equipo que tampoco es el mío. Pero un directivo del Cruzeiro me convenció de que estaban creando un equipo especial para ganar, y la verdad es que tenía razón. Yo con São Paulo nunca tuve la oportunidad de ganar, pero con el Cruzeiro fui bicampeón brasilero y campeón mineiro. Eran tres títulos en dos años. Ganar una liga en Brasil es muy difícil porque hay diez equipos con muchas posibilidades; ganar dos veces y consecutivas es más difícil todavía.
En marzo de 2016 se presenta una nueva oportunidad para Júlio. Tras someterse a una operación de rodilla, termina recalando en el Orlando City SC, un club con apenas dos años de existencia. En el equipo de Florida se reencuentra con su gran amigo Kaká y vive una experiencia inolvidable en una liga emergente como la Major League Soccer: «Está creciendo, aunque le falta bastante. Cuando vienes de Europa ves que falta introducir cosas del modelo de juego europeo, pero de todo se aprende. El fútbol le gusta a la gente, pero tienen otro concepto, no hay esa competitividad y esa rivalidad». En ese aspecto, él cree que los sueldos también influyen mucho para que algunos jugadores no sientan tanto la responsabilidad adecuada para competir, ya que muchos provienen del instituto y ganan poco dinero. Desde su punto de vista, «lo entienden de una forma diferente, no lo ven como lo más importante de sus vidas». El periplo de Baptista en la MLS se salda con 23 partidos y 6 tantos, despidiéndose de la afición con un gol en su última aparición, frente al DC United (4-2). Posteriormente, desempeña funciones en representación de la selección de Brasil, a la que siempre ve «favorita para todo por el peso de su historia. Eso los equipos lo respetan», aunque admite que ya no es como antes, «que jugabas con selecciones inferiores y sabías que iban a caer cuatro. Hoy en día, si ganas ya es mucho, porque es muy difícil jugar contra cualquier equipo con una buena lectura y un buen planteamiento táctico».
El fútbol para Júlio Baptista lo es todo: «Ha sido toda mi carrera y es toda mi vida». Su trayectoria deportiva es digna de contar, y no solamente por sus éxitos. La constante superación de obstáculos supone un logro tan meritorio como cualquier trofeo. Júlio lo sabe muy bien y lo expresa con naturalidad. Es un amante del deporte y da el máximo de sí mismo para mantenerse en plena forma. En septiembre de 2017 entrena con el Bolton Wanderers y un año después firma por el CFR Cluj, donde disputaría sus últimos partidos como futbolista profesional. A pesar de ser una persona relajada, nunca pierde el nivel de exigencia y el instinto competitivo que ha dejado patente en cada uno de los equipos para los que ha jugado. Júlio César Baptista siempre será ese gran futbolista del que dirán aquello de «se viene la Bestia».