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Cosas del fútbol mexicano I: partir al extranjero

TEXTO:
ANDRÉS ARRIETA

L
a Copa del Mundo de Catar
finalizó hace unos meses. Da la impresión de haber pasado mucho más tiempo. En ciertos días las manecillas del reloj avanzan a toda velocidad, en otros parecen haberse detenido. No entiendo cómo es que ocurre esto. Da igual, el tiempo pasa, se va, se escurre de las manos y no podemos evitarlo.

Habiendo dejado espacio suficiente a que la fiebre mundialista se disipara, por fin pude sacar algunas conclusiones al respecto: la primera, es el momento ideal para iniciar el llenado del álbum del mundial; sin presiones del tiempo, ni el alto costo que implica, ni el desabasto y la locura que provocan un par de figuritas similares a las religiosas que caben dentro de la cartera, fui a mi puesto de revista y comencé la travesía. El álbum venía con cuatro sobres, ninguna estampa repetida por suerte.

Segunda conclusión. La fiebre por la Copa, como la pandemia, aún no se ha ido del todo. La algarabía continúa en tierras argentinas. Se develó el nuevo escudo de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino), una actualización con la tercera estrella por encima de las obtenidas en 1978 y en 1986. Algo no cuadra ni me agrada de esto, toma un protagonismo un tanto excesivo, lo roba; va contra los modelos de selecciones como la alemana, la italiana o la francesa, para las que vale lo mismo la primera estrella como la segunda, la tercera o la cuarta. En fin, es Argentina.

Tercera conclusión. Viví la final en casa, mi casa, en México, y digo viví porque me emocioné, grité, me enojé y celebré. Al terminar el torneo, domingo al mediodía, me dije y le dije a los demás lo cansado y harto que estaba ya del futbol, de lo necesario que era para mí tomarme un descanso y quizás volver a mediados y finales de enero del próximo año; el martes, dos días después, estaba frente a la televisión, con mi padre compartiendo una cerveza, viendo un partido amistoso intrascendente de mi equipo, en una copa también intrascendente de pretemporada. No disfruté del partido, sino de su compañía.

Al terminar el Mundial, me dije lo harto que estaba del futbol; dos días después, estaba viendo un amistoso intrascendente

Después de casi cuatro años, regresé a casa para pasar las fiestas con mi familia. Atesoré cada momento junto a ellos. Volví a mi habitación. Ante la falta de sueño, producto del jet lag, abrí cajones y descombré cajas olvidadas en el clóset; infinidad de revistas, recortes de periódico, pósteres individuales o de equipos completos, tarjetas coleccionables, viejos álbumes… Rememoré fechas, rankings, tops, equipos, resultados y nombres con sus respectivos rostros; Fernando Torres sigue siendo un niño. No termino por entender esa atracción que puede provocar Twitch —todavía me mantengo dentro del margen de los 20 años—. Poco me interesa jugar en línea o ver a alguien desembolsar dinero físico o virtual para armarse su mejor team en el modo Ultimate. Desempolvé mi vieja consola. Aún conservo un par de entregas del FIFA. Pasé un par de noches jugando a la edición de 2006 y la Street 2; la misma sonrisa que hace quince años, lindos recuerdos. Espero algún día recuperar la 2004. El origen de todo para mí.

Entre la última semana del año viejo y la primera del año nuevo, los medios de comunicación y las redes sociales comenzaron a hablar de ciertos jugadores mexicanos: Guillermo Ochoa, Luis Chávez, César Montes, Alexis Vega, Uriel Antuna y Orbelín Pineda. Todos tienen en común dos cosas: su participación con selección en el último mundial y que su nombre junto con la palabra Europa vengan en la misma oración. Distintos jugadores, mismo objetivo. Mismo país, diferentes situaciones. Diferentes desenlaces, distintas opiniones.

Ya lo dije anteriormente: Memo Ochoa me parece más un arquero de selección que de club. Esa es mi opinión. Nadie vio venir aquel documento venido desde Italia con su nombre y un espacio para que estampara su firma. Se marchó a pesar de su edad por el tipo de contrato que le ofrecían y el equipo que solicitaba sus servicios, US Salernitana 1919. Los comentarios, burlas y críticas se quedaron en migración. Sus dos primeras actuaciones le costaron entrar al once ideal de cada jornada y dichos sobre una posible futura sexta participación mundialista. De golpe, le cayeron ocho goles en noventa minutos. Los comentarios, burlas y críticas lo alcanzaron, se habían escabullido dentro de su equipaje. Respeto su decisión.

Reuters

Reuters

Luis Chávez, el hombre del gol ante Arabia Saudita, sí se mantuvo en su club, CF Pachuca. Aquellos dichos provenientes de tierras europeas no eran más que algunos cantos traídos desde el Atlántico, nada concreto. El norte de nuestro país levanto la mano por él, mostrando el groso costal de billetes que estaban dispuestos a desembolsar. Rechazó la oferta, no cayó en la trampa, entiende que aquello significa vender el alma y cerrar la puerta a una futura salida, como anteriormente ha ocurrido con muchos otros jugadores; aguarda paciente en el centro del país. Para todos quienes no vemos con buenos ojos a estos nuevos ricos, supone pintarle dedo al futbol del CF Monterrey.

Lo de César Montes y Alexis Vega tienen una similitud en su trama. El viejo continente preguntó por ambos. Se les ofreció irse en condición de préstamo a los dos. Montes, apodado el Cachorro, armó sus maletas y se fue al RCD Espanyol de España como quien ve una oportunidad única en su vida; Vega decidió quedarse en México con CD Guadalajara; la presión por tener que ofrecer resultados en tan poco tiempo y la falta de certitud en su futuro, “el después”, lo llevaron a tomar dicha decisión. ¿Quién de los dos tomó la decisión correcta?, ¿o es que ambos puntos de vistas son válidos?

Lo de Uriel Antuna retrata muy bien uno de nuestros múltiples problemas a nivel de futbol. La liga griega vino a preguntar por él. Estuvieron dispuestos a pagar por ficharle. Su club, el CF Cruz Azul, le puso alto precio a su cabeza. La oferta y el interés fue retirado. Una vez más, el dinero por encima de todo. El chico se quedó aquí en México contra su deseo. ¿Cómo podemos llamarle a eso? Cosas del futbol mexicano. Maldita sea.

Por otra parte, y, por último, Orbelín Pineda. Un pequeño destello. Se habla bien de él desde el territorio helénico. Un buen desarrollo de proyecto fuera de nuestras fronteras, poco me importa la liga y el equipo en el que juegue. Lo hace bien y representa.

Terminó el periodo de fiestas y con ello las vacaciones. Toca regresar a casa. Es duro. Apenas crucé la primera puerta del aeropuerto que me separó de mi familia y ya tenía el corazón roto. No hay hombre forastero en tierra ajena que no desee volver al hogar. No hay ninguno. Guardo cada momento. Reflexiono sobre el partir al extranjero. Cuando involucra a un jugador hablamos tan fácil del tema, pero ¿realmente somos conscientes de todo lo que ello conlleva, el enorme sacrificio, la incertitud, los miedos, los temores, el valor, el sentido y la coherencia que le damos al sueño? Solo el tiempo da la razón o no. Lo hace de forma rápida o lenta. Las manecillas del reloj no se detienen.